LA RULETA DEL AMOR

 ¿Quién no se ha enamorado alguna vez de ese/esa amigo/amiga que ha sido nuestro confidente, nuestro apoyo y una persona importante en nuestra vida? Creo que todos en nuestra vida, hemos vivido estos momentos: el ver a la persona que amamos, contándonos problemas con su pareja y sufriendo ese amor en silencio y tratando de poner una barrera a los sentimientos para no estropear algo tan bonito como es esa amistad. Pero, ¿qué pasa cuando rompemos esa barrera y conseguimos robarle un beso a esa persona tan especial?

Muchas veces ocurre que nos enamoramos sin darnos cuenta de esa persona tan especial que siempre está a nuestro lado, con el/la que compartimos muchos momentos que consideramos importantes a lo largo de nuestra vida. El amor surge pero también florece a su vez el miedo al pensar qué pasará si conseguimos, aunque sea un solo beso, de esa persona a la que queremos en secreto. ¿Seguirá todo igual? ¿Podría prosperar una relación? Es como jugarse todas las fichas que tenemos a un sólo número, a pesar de que el riesgo sea mucho, y las probabilidades de perderlo todo lo que se ha creado junto a la otra persona sean aún mayores que el riesgo.

El problema surge cuando has hecho la apuesta al todo o nada y te das cuenta de que lo has perdido todo por una anoche loca en la que te olvidaste de la barrera de tus sentimientos y apostaras, sin pensar en el riesgo. Es entonces cuando valoras los pequeños detalles que había antes: una sonrisa, un gesto, una conversación que sólo tenías con la otra persona porque sabías que era la única persona que en ese momento podía entenderte. Ese afecto, ese cariño, se convierten en algo que dista mucho de lo anterior, y es cuando lo echas de menos, y piensas que no tenías que haber apostado con tanto riesgo.

Me aparece apropiado comparar el amor con la ruleta de los casinos, porque en cierto modo, es así: si no apuestas por algo, no ganas, y en el momento en que haces tu apuesta y juegas tus fichas, no tienes ni la más remota idea de lo que va a pasar, como en el amor. Hasta que no nos arriesgamos, no podemos estar seguros de lo que pasará, pero puede que cuando pasa, nos demos cuenta de que cometimos un error, o tal vez no.

Los desengaños amorosos son difíciles, sufres por alguien que no apostó sus fichas como hiciste tú, y eso hace que el dolor sea aún mayor, porque ves a la otra persona » tan pancha» mientras tú estás sufriendo, viviendo momentos duros y sin tener a la otra persona. Creo que una frase apropiada para esto es: «Cuando el amor entra por la puerta, la razón sale por la ventana».

En la vida hay que arriesgarse, pero, ¿hasta que punto es bueno arriesgar? Me gustaría que dierais vuestra opinión sobre el tema, y ver qué clase de «jugadores» sois en el juego del amor.